Smart Working: Teletrabajo inteligente
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Con la llegada de la pandemia del Coronavirus en 2020, muchas empresas instauraron el teletrabajo como método más eficaz frente el confinamiento. Tras el fin de la misma, sigue predominando frente al trabajo presencial, pero necesita una «actualización» y estar dotado de mucha más flexibilidad. ¡Veámoslo!
- Conciliación familiar: Al tener la capacidad de poder gestionar nuestro horario, tanto trabajador como empresa pueden encajar mucho mejor su vida profesional y su vida familiar. Es decir, tenemos una alta flexibilidad horaria.
- También existe una contratación más elevada: Como no importa la ubicación desde la cuál se trabaje, la empresa no está limitada a contratar trabajadores cerca de la ubicación de la oficina. Esto aumenta claramente la contratación de trabajadores con alto capital humano que pueden proceder de otros países.
- Existe un importante ahorro de costes: Se evita tiempo en el desplazamiento, con el consecuente abaratamiento de todo lo relacionado con la jornada laboral.
- Motivación extra: Al ser un modelo basado en los resultados, supone una motivación extra para que los profesionales intenten incrementar su eficiencia, ya que posibilita una valoración más objetiva de sus logros.
- Aumento de distracciones: Al no estar en un entorno presencial de oficina, cabe la posibilidad de que sucedan situaciones o eventos dentro de nuestra zona de confort que hagan que nos distraigamos unos minutos de nuestro trabajo.
- Posible aislamiento de los equipos: Este punto es bastante significativo si la empresa no tiene bien implementado un sistema de comunicación de los equipos que sea flexible, ágil y potente. Si los equipos están aislados, la productividad puede caer, pero si están bien conectados podría incluso aumentar.
- Falta de jerarquía: Al no tener a tu superior supervisando tu trabajo en tiempo real, puede ocurrir que se produzca un estado de relax general y los tiempos para sacar el trabajo adelante aumenten. Esto, en honor a la verdad, no tiene por qué ser una desventaja, pero depende del contexto. Si lo vemos desde el prisma de que es mucho más fácil que un trabajador que se está relajando y es reincidente demorando la entrega de su trabajo destaque negativamente en comparación con el resto.
- Ausencia de liderazgo: Al no haber una clara jerarquía pueden darse situaciones en las que se requiere de mucha más iniciativa, pero como no hay un claro liderazgo, tampoco hay iniciativa.
- No existe ningún marco regulatorio: Esta es quizá la más importante de todas las desventajas. Y es que actualmente, no existe una regulación expresa para el Smart Working, por tanto, las interpretaciones de según qué cosas pueden estar todavía en tierra de nadie.
- El teletrabajo ha de nacer del común acuerdo entre las partes: Es decir, no se trata de una obligación, sino de un derecho. Ni el empleador puede obligar al empleado a realizar su trabajo de forma remota, ni el empleado puede elegir llevarlo a cabo sin el consentimiento del empleador.
- Dicho acuerdo es de carácter reversible: En caso de que cualquiera de las partes se muestre insatisfecha, se rescindirá el acuerdo y, por tanto, se regresará al régimen de trabajo presencial.
- La legislación solo contempla a aquellos que realicen teletrabajo de forma regular: Es decir, al menos un 30% de la jornada laboral en un período de 3 meses. Por tanto, queda fuera de la regulación el teletrabajo esporádico.
En resumidas cuentas, el Smart Working es un avance claro hacia la flexibilidad en el entorno laboral. Sin embargo, aún estamos un poco lejos de su implementación y regulación en todos los niveles. Una vez logrado, trabajadores y empresarios tendrán una mejor conciliación y la productividad de la empresa acabará incrementando. Eso sí, hay que tener claro que las últimas tecnologías han de estar bien presentes si queremos tener éxito en la implementación del Smart Working.