Adiós a los pellets con un robot impreso en 3D

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Pellets

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Los «pellets» encontrados en las aguas de Galicia, Asturias y Cantabria tienen las horas contadas gracias a un robot impreso en 3D. Científicos de la Universidad de Cornell han ideado un dispositivo inspirado en el caracol manzana para retirar las partículas de plástico del agua. El verdadero riesgo es que estas piezas, también conocidas como lágrimas de sirena, acaben en la cadena alimentaria al ser ingeridos por los peces y el marisco de la zona.

¿Qué son los pellets?

Los pellets son gránulos de plástico de menos de cinco milímetros que suelen utilizarse en la industria para la fabricación de productos plásticos. Dicho de otra forma, son la materia prima con la que se fabrican multitud de productos de uso cotidiano como botellas o bolsas.

Normalmente, los pellets de plástico están compuestos de polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), cloruro de polivinilo (PvC) o resinas sintéticas. No deben confundirse con los pellets de biomasa, pequeños cilindros creados a partir de serrín que se utilizan para calentar estufas o calderas. Este producto no es contaminante ni tóxico, pero los de plástico sí pueden serlo.

Su composición depende del uso que se les vaya a dar. En el caso de los pellets que han llegado a las costas gallegas, están hechos de polietileno (PE), uno de los plásticos más comunes en la industria y en los hogares.

El uso de los pellets de plástico

Al ser polímeros fácilmente fundibles, se suelen utilizar para elaborar piezas de plástico con la forma deseada como componentes de productos de múltiple propósito. En otras palabras, los podemos encontrar en envases de todo tipo: piezas de coche, pasando por juguetes o material de oficina. Concretamente, el polietileno (PE) es uno de los más comunes y se usa en componentes como:

  • Bolsas
  • Envases de alimentos
  • Contenedores
  • Cubos
  • Recubrimientos
  • Piezas mecánicas
  • Cables
  • Pomos
  • Tuberías
  • Biberones
  • Juguetes
  • Jeringuillas
  • Bolsas de sangre
  • Catéteres

Con todo esto, nos podemos imaginar la magnitud del problema que podemos tener si estos residuos de plástico son depositados en el mar y acaban siendo arrastrados hasta nuestras orillas. Se desconoce la cantidad exacta de plásticos en los mares pero se estiman unos 5-50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas. El 70% queda en el fondo marino, el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie.

¿Son tóxicos los pellets?

El poliuterano (PE) por sí mismo no es tóxico. El problema son los aditivos que conforman estos residuos de plástico o pellets. Como decíamos antes, al estar compuestos de polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), cloruro de polivinilo (PvC) o resinas sintéticas todo esto sí que aumenta el índice de toxicidad.

De hecho, ya hay un informe elaborado por Bruselas en el que se ratifica la toxicidad de los mismo. En él se habla de más de un 30% de aditivos tóxicos contenidos en el plástico de los pellets.

Por tanto, sí, son tóxicos. De hecho no se pueden eliminar y se acumulan en peces y moluscos.

¿Qué riesgos suponen para la salud humana?

La Agencia Española de Seguridad Alimetaria y Nutrición (AESAN) aclara que «los peces pueden mostrar altas concentraciones de microplásticos, pero dado que están presentes principalmente en el estómago y los intestinos, generalmente son eliminados y no constituyen una importante fuente de exposición para los consumidores«.

Sin embargo, este no es el caso de los crustáceos y mariscos bivalvos, pues, al consumirse también su tracto digestivo, «podrían más directamente llegar al consumidor». Además, se ha detectado presencia de microplásticos en productos como la miel, la cerveza o la sal marina.

Los efectos exactos del consumo de microplásticos en la salud humana todavía se desconocen. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) calificó la presencia de microplásticos y nanoplásticos como «riesgo emergente«, si bien evidenció la falta de información científica al respecto. Existen hipótesis que apuntan a irritaciones e inflamaciones de ciertos tejidos en los mamíferos, pero sólo existen estudios de laboratorio con animales. En la actualidad, las autoridades alimentarias y sanitarias trabajan en recopilar más datos para una correcta evaluación del riesgo para los seres humanos.

Un robot diseñado para recoger los residuos

Los ingenieros Sunghwan Jung y Anupam Pandey de la Universidad de Cornell se han inspirado en un curioso animal: el caracol manzana hawaiano (Pomacea canaliculate), que utiliza el movimiento ondulante de su pie para impulsar el flujo de la superficie del agua y succionar las partículas flotantes de comida.

Jung y Pandey han desarrollado un pequeño robot prototipo fabricado con impresión 3D. Así obtuvieron una lámina flexible en forma de alfombra capaz de ondularse, ayudada por una estructura helicoidal en la parte inferior de la lámina. Ésta gira como un sacacorchos, lo que permite que el robot ondule y cree una onda móvil en el medio acuático.

Según sus cálculos, un diseño cerrado con la bomba encapsulada y un tubo para aspirar el agua y las partículas de plástico necesitaría mucha energía para funcionar, lo que lo haría inviable a largo plazo. En cambio, el robot abierto que han fabricado y probado en laboratorio sólo utiliza 5 voltios de electricidad para aspirar agua constantemente.

Este primer prototipo puede, sin duda, ser el comienzo del fin de los residuos plásticos en el océano.

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